LIBERTALIA

Misson y Caraccioli se preguntaron si la hermandad pirata pudiera vivir practicando la libertad. Lo intentaron poniendo en práctica una filosofía altruista, humanista y filantrópica. Funcionó hasta que dejó de hacerlo. Este blog es un homenaje a LIBERTALIA.

Era por los finales del XVII allá en el Índico.

Este espacio es la continuación de "La fiesta sigue" y de "Contra el arte"

miércoles, 1 de agosto de 2012

De muñozes, novelas y transiciones



He descubierto una página web de literatura. No sería ninguna novedad el hecho salvo si es que se dedican a criticar al crítico. La revista es muy interesante de manera que desde hoy voy a echarle un ojo a diario.
A manera de ejemplo copio este artículo que me ha parecido bueno, para dejarlo aquí y volverlo a leer cuando se me antoje.
El artículo lo ha escrito Isidoro Merino y está publicado en la página La Fiera Literaria

"Novela y transición
Alguien tendrá que explicar alguna vez por qué Muñoz Molina es académico. Claro que no sin haber explicado previamente qué significa culturalmente, en el siglo XXI, ser académico. Los conceptos de academia, académico, canon, canguelo, rinoceronta, así como el de premio, al que en seguida me voy a referir, son conceptos que “La Fiera” no admite en su vocabulario. No forman parte de los que rigen su vida culta ni, mucho menos, su vida oculta, de recogimiento y oración. Si en España hubiese crítica literaria y un Ministerio de Cultura, tendríamos que preguntar por qué una mala novela, mal escrita, peor compuesta –es decir, descompuesta- y hasta ridícula, como “El invierno en Lisboa”, obtuvo el año 1988, que en paz descanse, el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Literatura.

Pero es que, por ende, Muñoz Molina (M.M.), moralista entre los más conspicuos que predican desde los púlpitos de “El País”, diario independiente de la mañana, aceptó los buenos euros que se repartieron en una de esas operaciones publicitarias que en la Españeta denominan “premios literarios”. ¿Por qué se prestó al chanchullo el moralista? Más aún, ¿por qué abandonó una prometedora carrera en el Benemérita, para sembrar el terror entre lectores inocentes? Con tantísimos interrogantes sin responder, la vida del menor de los Molina se convierte en un enigma. De hecho, sabemos que la biografía que de él está escribiendo el lúcido molinista García Posada se titulará: “Muñoz Molina: un enigma histórico”. Pero...

Pero... El enigma histórico Muñoz Molina (E.E.H.M.M.), como si no hubiese sembrado ya bastante confusión en el solar patrio, ha decidido añadir un nuevo capítulo de tinieblas a la historia y ha pronunciado una conferencia en la Real Academia de la Historia, que, aunque trataba, según “El País” del 9 de febrero, “del despertar de la novela en la transición”, se titulaba, siempre según el rotativo matinal, “Veinticinco años de reinado de Juan Carlos I”. Lo que sabemos de ella lo sabemos por el sagaz Juan J. Gómez, al servicio del independiente mañanero, que entrecomillaba –y su rigor está fuera de dudas- numerosas sentencias, serranillas, cantares y decires del laureado inmortal. Es el material que voy a analizar, no sin antes decir que el título me parece una gachupinada ibérico-tomista y lo del resurgir o despertar o lo que dijera de la novela en la transición, una solemne gilipuertez, sin ánimo de ofender y sin que sirva de precedente.

En este país se pueden decir las mayores majaderías, y repetirlas ad nauseam, sin que la brigada ad hoc del Ministerio de Defensa intervenga para siquiera llamar al orden a los tontinfractores, “La Fiera”, durante su último plan quinquenal, ha señalado muchas. Una de ellas, precisamente ésa del resurgir de la novela en la transición, que siempre, para mayor escarnio de la cultura, se relaciona con las ventas. Los valores literarios no tienen importancia, al parecer, para los teóricos del resurgimento. Pero vayamos con los textos muñozmolinianos entrecomillados por Gómez.

El franquismo –lo sabe hasta un estudiante de matemáticas- fue un régimen ilegítimo, como producto de un golpe de estado, desde el principio hasta el fin. Su represión contra los vencidos fue brutal. Se empeñó contra la libre expresión del pensamiento -¡qué callen a los que piensen diferente!, gritaban los elviraslindos de la sazón- y favoreció a los mediocres sumisos. Todo esto es verdad, y más cosas también son verdad. Pero que, revestido de la túnica del insoportable progre, alguien diga que el mes de “noviembre de 1975, el mes que murió el dictador” era un “tiempo turbio y sombrío lleno de incertidumbre y de miedo” es, además de mentira, una gilipollez. Los servicios de limpieza secretos de “La Fiera” han hecho averiguaciones y han descubierto que, en las dichas calendas, Muñoz, de pantalón corto, a pesar de que ya era talludete y tenía abundantes vellos en las piernas, no sólo no pasaba miedo ni incertidumbre, sino que jugaba a las canicas en la plaza de su pueblo, contento y feliz. Averiguose también que, cuando perdía un boloncio, lanzaba un extraño gruñido que los estudiosos –Posada, Santos Sanz, Conte, Juristo, Luis de la Peña, Darío Villanueva- admiten como sus primeras manifestaciones literarias.

Pero para lo que yo de verdad he tomado la pluma y la espada es para ocuparme de la solemne chorrada –solemne y memorable- del “sedicente” –lo dicen sólo los interesados y sus acólitos- resurgir de la novela en España por causa de la transición de la dictadura a la democracia.

“Quizás la novela es un arte al que favorecen mucho los tiempos de transición”. Si Muñoz fuera lo avispado que dicen en Miguel Yuste 40 y Felipe IV 4, el verse constreñido a empezar por un “quizá” le debería haber sonado a orden celestial de enmudecimiento inmediato. ¡No sigas! ¿Y si no, Muñoz? Y la verdad es que no. “La Fiera”, que conoce la historia de la novela como su propia gloriosa historia, no ha verificado en ninguna ocasión la relación “época de tránsito-favorecimiento de la novela”. De momentos de tránsito, sí. Se sabe de un desesperado, de tránsito en Barajas, que tiró a la papelera un ladrillo de Shalman Rushdie y compró en la free shop un tarugo de Muñoz Molina.

La única verdadera incidencia de la transición política en la novela empezó, de hecho, antes de la muerte de Franco y no fue positiva. Comenzó con la famosa “apertura”, que los tontos del lugar, muchísimos, tradujeron sólo por apertura de piernas y que dura todavía. Libertad, para los españoles, es –sin “quizá”- equivalente a levantar la veda a la chabacanería, el humor de sal gorda, la cultura basura, la falta se valores sólidos, la industrialización del arte, el dominio de las mafias, la trivialización de lo serio, etc. Entre la novela que se produce en España en el decenio 1962-1972, es decir, pleno franquismo, y la que se ha producido desde la transición, hay tanta diferencia a favor de la primera que quien no lo sepa ver es que es tonto, por lo menos de un lado. De donde se deduce que señalar, “respetando la costumbre”, según el enunciado científico de Muñoz, que una novela tan endeble formal y conceptualmente como La verdad sobre el caso Savolta , de Eduardo Mendoza, constituye el punto de partida del pretendido resurgimiento significa algo muy grave: significa el falseamiento de la historia, una dejación total de la probidad crítica, una ignorancia o –peor- silenciamiento de lo que no favorece los propios intereses y un producirse a favor de la mercantilización de la literatura. El resurgir de la novela en España –que los muñoz tan poco han aprovechado- comenzó en 1962, y “ La Fiera ” está harta de demostrarlo".

viernes, 27 de julio de 2012

Botella, botellines y botellones


El hecho de que a Miguel Ángel Villanueva, vicealcalde de la Botella  se le haya visto en el barrio de Chueca practicando el "boellón" no significa nada. Y mucho menos que la Botella haya cedido un ápice a la tolerancia. 

Foto tomada de "La voz Libre"


Esta gentuza no es tolerante, es todo lo contrario. Y si no comparen ustedes: En Madrid, por practicar el botellón hay unas multas de entre 500 y 1100 euros. En cuanto a las multas por alcoholemia en las carreteras son entre 300 y 600 euros, a pesar de que la misma Jefatura de Tráfico afirma que "La alcoholemia es una de las principales causas de los accidentes de circulación en España". O sea que un ciudadano, joven o viejo, pero preferentemente joven, se dedica a beber una cerveza, una copa de vino, un combinado de alcohol con lo que sea, que va a pie o en el metro o en el autobús (aunque esto último es cada vez más difícil por las restricciones), que no va a causar ningún accidente de tráfico, que lo único que quiere es divertirse, si los municipales, esos seres tan obtusos, tan oscuros, tan que no sirven para nada más que para poner multas, les sorprenden, van y le colocan una multa de 500 euros en el mejor de los casos, mientras que a un conductor ebrio, que puede provocar accidentes graves e, incluso, mortales, le colocan, en el mejor de los casos 300 euros de multa.
Y además es todo una pura hipocresía. ¿Acaso no se bebe en las terrazas? Sí, pero es que ahí es más caro y parece que quieren que se diviertan los que tienen parné. Cierto, eso de beber es una pura diversión estúpida, pero... ¿qué tienen los jóvenes o los viejos para divertirse? La televisión mejor es tirarla por la ventana. El cine, además de caro, cuesta lo mismo que un paquete de cervezas, es también un come tarros. Los centros autogestionados, donde se realizan actividades lúdicas, teatro, proyección de películas con cine forum, etc. son perseguidos y cerrados. Las bibliotecas no las abren, salvo en épocas de exámenes, los fines de semana, el arte se ha convertido en una pura pantomima, en un puro espectáculo al que, si queremos acceder o bien los museos están cerrados por la tarde-noche, o bien son caros, y si hablamos de las galerías mejor ni mencionarlas ¿quién tiene el parné suficiente para comprar arte?
En fin, que a los jóvenes y viejos se les persigue, se les multa, se les detiene...
Y luego hablan de libertad y de democracia. ¡Qué risa!
¡Botella dimisión!
¡No a la Botella, si al botellón!

jueves, 26 de julio de 2012

Una cortina de humo


Imagen tomada del blog

Este individuo, otrora catalogado como "criatura", que dice ser "progresista y demócrata", ha lanzado una cortina de humo para que las feministas, los feministas, los "concienciados", los "solidarios", los... se "indignan" y arremetan contra él y su propuesta sobre el aborto. Mientras continúan los recortes, el mandar a los niños, niñas, mujeres, hombres, inmigrantes, inmigrantas (así, con dos cojones u ovarios, al estilo de las "miembras"), al paro, a la frustración, a la calle, al ostracismo, a la ruina, a la miseria, a la pobreza, a la mierda... Por eso nos manda callar. Lo propio del fascismo: cállate o te elimino. El fascismo manda callar, las gentes recomiendan, nunca mandan, hablar. Decir esto, decir lo otro, decir... ¡Vivir! ¿Se han fijado que muchos jugadores de fútbol mandan también callar a la grada? Otra forma de fascismo: ¡el fútbol!
Desde luego la imagen dice mucho por sí sola. Le falta un bigotito y gritar aquello de ¡Heil!



martes, 24 de julio de 2012

Esta mierda de sociedad-3

Continúa la publicación del escrito de la Internacional Situacionista titulado Sobre la miseria de la vida estudiantil considerada bajo sus aspectos económico, político, psicológico, sexual e intelectual



Pero la miseria real de la vida cotidiana estudiantil, encuentra su compensación inmediata, fantástica, en su principal opio: la mercancía cultural. En el espectáculo cultural, el estudiante encuentra de forma natural su lugar de discípulo respetuoso. Cercano a su lugar de producción sin nunca tener acceso a él -el Santuario le está prohibido- el estudiante descubre la "cultura moderna" como espectador-admirador. En una época en que el arte está muerto, el estudiante continúa asistiendo con fiel asiduidad a los teatros y cine-clubs, y sigue siendo el más ávido consumidor de su cadáver congelado y distribuido bajo celofán en los supermercados, por los guardianes de la abundancia. Participa sin reserva, sin segundas intenciones y sin alejamiento. Es su elemento natural. Si las "casas de cultura" no existieran, el estudiante las habría inventado. Este verifica perfectamente los análisis más banales de la sociología americana del marketing: consumo ostentatorio, establecimiento de una diferenciación publicitaria entre productos idénticos en la nulidad (Pérec o Robbe-Grillet; Godard o Lelouch).
Desde que los "dioses" que producen u organizan su espectáculo cultural se encarnan en escena, él es su principal público, su fiel soñador. De este modo, asiste en masa a sus demostraciones más obscenas; qué otro que no sea él llenaría las salas cuando, por ejemplo, los curas de las diferentes iglesias exponen públicamente sus diálogos sin límites (semanas del pensamiento llamado marxista, reuniones de intelectuales católicos) o cuando las ruinas de la literatura vienen a constatar su impotencia.
Incapaz de pasiones reales, disfruta con polémicas desapasionadas entre las "vedettes" de la Inteligencia, sobre falsos problemas cuya función es enmascarar los verdaderos: Althusser - Garaudy Sartre - Barthes - Picard - Lefebvre - Lévi-Strauss - Halliday - Chatelet - Antoine. Humanismo - Existencialismo - Estructuralismo - Cientifismo - Nuevo Criticismo - Dialéctico-naturalismo - Cibernetismo - Planetismo - Meta-filosofismo.
En su aplicación, ese estúpido se cree vanguardia porque ha visto el último Godard, comprado el último libro argumentista (10)" o participado en el último "happening" de Lapassade. Ese ignorante toma por novedades "revolucionarias", garantizadas por "label" (label: marca que ponen ciertos sindicatos en los trabajos de sus afiliados) los más pálidos "ersatz" de antiguas investigaciones, efectivamente importantes en su tiempo, edulcorados con la idea de negocio. La cuestión es preservar siempre su standing cultural. El estudiante está orgulloso de comprar, como todo el mundo, las reediciones en libros de bolsillo de una serie de textos importantes y difíciles que la "cultura de masas" difunde a un ritmo acelerado (11). Solamente que no sabe leer. Se contenta con consumirlos con la mirada.
Su lectura preferida sigue siendo la prensa especializada que orquesta el consumo delirante de los "gadgets" culturales; acepta dócilmente sus ukases (ucase o ukase: orden gubernativa injusta y tiránica que tiene su origen en el zarismo) publicitarios y hace la referencia-standard de sus gustos. L'Express y L'Observateur hacen todavía sus delicias, o bien cree que Le Monde, cuyo estilo es ya demasiado difícil para él, es verdaderamente un diario "objetivo" que refleja la actualidad. Para profundizar sus conocimientos generales, se empapa de Planète, la revista mágica que quita las arrugas y puntos negros de las viejas ideas. Con tales guías, cree participar en el mundo moderno e iniciarse en política.
El estudiante, más que en ningún otro estamento, está contento de estar politizado. Sin embargo, ignora que participa a través del mismo espectáculo. De este modo se apropia de los miserables y ridículos restos de una izquierda que fue aniquilada hace más de cuarenta años, por el reformismo "socialista" y por la contra-revolución stalinista. Todo esto todavía lo ignora, mientras que el Poder lo sabe claramente y la clase obrera de un modo confuso. Participa, con una débil arrogancia, en las manifestaciones más irrisorias que no lo atraen más que a él. La falsa conciencia política se encuentra en él en estado puro, y el estudiante constituye la base ideal para las manipulaciones de burócratas fantasmas de organizaciones moribundas (desde el Partido llamado Comunista a la UNEF). Estas programan totalitariamente sus opciones políticas; toda marginación o intento de "independencia" vuelve dócilmente, tras una parodia de resistencia, al orden que ni un solo instante ha sido puesto en cuestión (12). Cuando cree ir más allá -como esos que, por una verdadera enfermedad de inversión publicitaria se nombran JCR, cuando no son ni jóvenes, ni comunistas, ni revolucionarios-, es para adherirse a palabras de orden pontifical: Paz en Vietnam.
El estudiante está orgulloso de oponerse a los arcaísmos" de un de Gaulle, pero no comprende que lo hace en nombre de errores del pasado, de crímenes ya fríos (como el stalinismo en la época de Togliatti, Garaudy, Kruchtchev, Mao) y que de este modo su juventud es todavía más arcaica que el poder, que dispone efectivamente de todo lo necesario para administrar una sociedad moderna.
Pero el estudiante no es un arcaísmo cercano. Se cree obligado a tener ideas generales sobre todo, concepciones coherentes del mundo que den un sentido a su necesidad de agitación y promiscuidad asexuada. Burlado por las últimas febrilidades de las iglesias, se arroja sobre la antigüedad de las antiguallas para adorar la hedionda carroña de Dios y acercarse a los restos descompuestos de religiones prehistóricas que cree dignas de él y de su tiempo. Apenas se osa señalarlo pero, el medio estudiantil, junto con el de las ancianas de provincias, es el sector donde se mantiene la mayor dosis de religión profesada, y sigue siendo todavía la mejor "tierra de misión" (mientras que, en todos los otros sectores se ha eliminado o expulsado a los curas), donde los sacerdotes-estudiantes continúan sodomizando, sin esconderse, a millares de estudiantes con sus diarreas espirituales.
Ciertamente, entre los estudiantes, hay algunos con un nivel intelectual suficiente. Estos dominan sin esfuerzo los miserables controles de capacidad previstos por los mediocres, y los dominan perfectamente porque han comprendido el sistema, porque lo desprecian y se saben sus enemigos. Toman del sistema de estudios lo que tiene de mejor: las becas. Aprovechando los fallos del control, cuya propia lógica obliga actualmente y aquí, a resguardar un sector puramente intelectual, la "investigación", van a llevar tranquilamente la confusión al más alto nivel. Su desprecio manifiesto respecto al sistema va parejo con la lucidez que les permite ser más fuertes que los sirvientes del sistema y, principalmente, en el terreno intelectual. Estos de quienes hablamos, figuran ya entre los teóricos del movimiento revolucionario que se aproxima. No esconden a nadie que lo que toman tan fácilmente del "sistema de estudios" es utilizado para su destrucción. Esto es así ya que, el estudiante no puede rebelarse contra nada sin rebelarse contra sus estudios, y la necesidad de esta rebelión se hace sentir menos naturalmente que en el obrero, que se rebela espontáneamente contra su condición. Pero el estudiante es un producto de la sociedad moderna, al mismo nivel que Godard o la Coca-Cola. Su extrema alienación no puede ser negada más que por la negación de toda la sociedad. Esta crítica no puede hacerse, de ningún modo, sobre el terreno estudiantil: el estudiante, como tal, se atribuye un pseudo-valor que le prohíbe tomar conciencia de su desposesión real y, de esta forma, permanece lleno de falsa conciencia. Pero, en todas partes donde la sociedad moderna empieza a ser contestada, se dan rebeliones de la juventud que corresponden a una crítica total del comportamiento estudiantil.
Notas:
10. Sobre el "gang" argumentista y la desaparición de su órgano, ver el opúsculo Aux poubelles de I'Histoire, difundido por la Internationale Situationniste en 1963.
11. A este efecto no se puede recomendar demasiado la solución -ya practicada por los más inteligentes- que consiste en robarlos.
12. Cf.: Las últimas aventuras entre la UEC y sus homólogos cristianos con sus respectivas jerarquías, demuestran que la única unidad entre todos ellos, reside en su sumisión incondicional a sus maestros.


lunes, 23 de julio de 2012

El Estado contra Casellas



El Estado se quiere vengar de Amadeu Casellas haciéndole la vida imposible. Ahora resulta que debe "cumplir" una condena de tres años cuando el Estado ya le hizo cumplir ocho de más.
Pueden leer la noticia en el Portal Libertario OACA, del que también he tomado la foto.

domingo, 22 de julio de 2012

¡Cómo cambian las cosas y las gentes!


Foto tomada de la página web

Allá, por el 2004, en concreto, el 1 de junio, este individuo (el situado a la izquierda según vemos nosotros) de la foto llamado Assad, no parecía "tan malo" a ojos de Occidente. Los reyes españoles le invitaron a su casa. ¿Ahora ya no? ¿Es "malo" ahora? ¿Antes no, antes era "bueno"?
Claro que con estos otros pasó lo mismo (y son sólo unos pocos ejemplos):

Foto tomada del blog

Con Gadafi se les hacía la boca caramelo a todos estos políticos rastreros. Luego, cuando los norteamericanos, o los franceses, o los ingleses, o los alemanes, decidieron que era "malo", pues nuestros políticos, como no tienen opinión propia, también decidieron que Gadafi era "malo". Y si te he visto, no me acuerdo.
¿Hipocresía? Más bien asuntos de "alta política", que en lugar de alta parece baja, rastrera. O sea, mentiras antes, mentiras ahora, mentiras luego. ¡Mentiras! ¿Qué papel deben desempeñar las gentes normales cuando sus "líderes" políticos les engañan? ¿Acaso no es propio de las dictaduras engañar a las gentes? 
El artículo dos de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,  de 1789 dice "La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión". Teniendo en cuenta que fue una declaración elaborada y aprobada por la burguesía, lo cual se nota en eso de la "seguridad" y en lo de la "propiedad", al menos nos enseñan el camino a seguir: la "resistencia a la opresión".


sábado, 21 de julio de 2012

Esta sociedad de mierda-2



"La colonización de los diversos sectores de la práctica social no hace más que encontrar en el mundo estudiantil su expresión más injusta. La proyección sobre los estudiantes de toda la mala conciencia social, enmascara la miseria y la servidumbre de todos.
Pero las razones en que se basa nuestro desprecio por el estudiante son de otro tipo. Estas no conciernen solamente a su miseria real sino a su complacencia hacia todas las miserias, su propensión enfermiza a consumir devotamente la alienación, con la esperanza, ante la falta de interés general, de satisfacer su carencia particular. Las exigencias del capitalismo moderno hacen que la mayor parte de los estudiantes sean simplemente cuadros inferiores (es decir, el equivalente de lo que en el siglo XIX era la función del obrero calificados) (4). Ante el carácter miserable, fácil de presentir, de este futuro más o menos próximo que lo "resarcirá" de la vergonzosa miseria del presente, el estudiante prefiere volverse hacia su presente y decorarlo con encantos ilusorios. La misma compensación es demasiado lamentable como para que atraiga; los días que sigan no serán alegres y, fatalmente, se sumergirán en la mediocridad. Por ello se refugia en un presente vivido irrealmente.
Esclavo estoico, el estudiante se cree tanto más libre cuanto más lo ligan las cadenas de la autoridad. Al igual que su nueva familia, la Universidad, se tiene por el ser social más "autónomo" mientras que representa, directa y conjuntamente los dos sistemas más poderosos de la autoridad social: la familia y el Estado. Él es su hijo sometido y agradecido. Siguiendo la misma lógica del hijo sumiso, participa de todos los valores y mitificaciones del sistema, y los concreta en sí mismo. Lo que eran ilusiones impuestas a los empleados, se convierte en ideología interiorizada y conducida por la masa de futuros pequeños cuadros.
Si la antigua miseria social ha producido los mayores sistemas de compensación de la historia (las religiones), la miseria marginal estudiantil no ha encontrado consuelo más que en las imágenes más desfiguradas de la sociedad dominante, la repetición burlesca de todos sus productos alienados.
El estudiante francés, en su calidad de ser ideológico, llega demasiado tarde a todo. Todos los valores e ilusiones que constituyen el orgullo de su mundo cerrado, están ya condenados en tanto que ilusiones insostenibles, desde hace mucho tiempo ridiculizadas por la historia.
Recogiendo unas migajas de prestigio de la Universidad, el estudiante todavía está contento de ser estudiante. Demasiado tarde. La enseñanza mecánica y especializada que recibe está tan profundamente degradada (en relación al antiguo nivel de la cultura burguesa) (5) como su propio nivel intelectual en el momento en que accede a ella, con la particularidad de que la realidad que domina todo esto, el sistema económico, reclama una fabricación masiva de estudiantes incultos e incapaces de pensar. El estudiante ignora que la Universidad se haya convertido en una organización -institucional- de la ignorancia, que la "alta cultura" se disuelva al ritmo de la producción en serie de los profesores, que todos los profesores sean cretinos, los cuales en su mayoría provocarían el escándalo de los alumnos de cualquier colegio; él continúa escuchando respetuosamente a sus maestros, con la voluntad consciente de perder todo espíritu crítico a fin de comulgar mejor de la ilusión mística de haberse convertido en un "estudiante", alguien que se ocupa seriamente de adquirir un saber serio, con la esperanza de que eso le confiará las verdades últimas. Es una menopausia del espíritu. Todo lo que sucede hoy en los anfiteatros de las escuelas y facultades será condenado en la futura sociedad revolucionaria como alboroto, socialmente nocivo. En la actualidad, el estudiante hace reír.
El estudiante no se da cuenta de que la historia altera su irrisorio mundo "cerrado". La famosa "crisis de la Universidad" parte de una crisis más general del capitalismo moderno; sigue siendo el objeto de un diálogo de sordos entre diferentes especialistas. Dicha crisis traduce simplemente las dificultades de un ajuste tardío de este sector especial de la producción a una transformación de conjunto del aparato productivo. Los residuos de la vieja ideología de la Universidad liberal burguesa pierden importancia en el momento en que desaparece su base social. La Universidad ha podido disfrutar de un poder autónomo en la época del capitalismo librecambista y de su Estado liberal, que le dejaba una cierta. libertad marginal. De hecho, dependía estrechamente de las necesidades de este tipo de sociedad: dar a la minoría privilegiada que estudiaba la cultura general adecuada, antes de que alcanzara las filas de la clase dirigente de la que apenas habla salido. De ahí el ridículo de los profesores nostálgicos (6), amargados por haber perdido su antigua función de perros guardianes de los futuros amos por esa otra, mucho menos noble, de perros de pastor, siguiendo las necesidades planificadas del sistema económico, guiando las hornadas de "cuellos blancos" hacia sus fábricas y oficinas respectivas. Son ellos quienes oponen sus arcaísmos a la tecnocratización de la Universidad y continúan suministrando imperturbablemente las sobras de una cultura llamada general a futuros especialistas que no sabrán que hacer con ella.
Más serios, y por consiguiente más peligrosos, son los modernistas de la izquierda y los de la UNEF, dirigidos por los "ultras" de la FGEL, que reivindican una "reforma de estructuras en la Universidad", una "reinserción de la Universidad en la vida social y económica", es decir, su adaptación a las necesidades del capitalismo moderno. Las diversas facultades y escuelas, todavía adornadas de ilusiones anacrónicas, son transformadas de dispensadores de la "cultura general" a la medida de las clases dirigentes en fábricas de enseñanza rápida de cuadros inferiores y de cuadros medios. Lejos de oponerse a este proceso histórico que subordina directamente uno de los últimos sectores relativamente autónomos de la vida social a las exigencias del sistema mercantil, nuestros progresistas protestan contra los retrasos y desfallecimientos que sufre su realización. Son los defensores de la futura Universidad cibernetizada que ya se anuncia aquí y allí (7). El sistema mercantil y sus modernos servidores, he aquí al enemigo.
Pero es normal que todo debate pase por encima de la cabeza del estudiante, en el cielo de sus maestros, y se le escape totalmente: se le escapa el conjunto de su vida, y, a fortiori de la vida.
Debido a su situación económica de extrema pobreza, el estudiante está condenado a un cierto modo de supervivencia muy poco envidiable. Pero, siempre contento con su papel, convierte su trivial miseria en "estilo de vida" original: el miserabilismo y la bohemia. Ahora bien, la "bohemia", lejos ya de ser una solución original, nunca es vivida auténticamente sin haber roto de forma completa e irreversible con el medio universitario. Sus partidarios entre los estudiantes (y todos se jactan de serlo un poco) no hacen más que aferrarse a una versión artificial y degradada de lo que, en el mejor de los casos, no es más que una mediocre solución individual. Merecen hasta el desprecio de las ancianas del campo. Estos "originales", treinta años después de W. Reich (8) ese excelente educador de la juventud, continúan teniendo los comportamientos erótico-amorosos más tradicionales, reproduciendo las relaciones generales de la sociedad de clases en sus relaciones intersexuales. La aptitud del estudiante para hacer un militante de cada uno, se ve frustrada por su impotencia para ello. En el margen de libertad individual permitido por el espectáculo totalitario, y a pesar de su utilización más o menos libre del tiempo, el estudiante ignora todavía la aventura y prefiere un espacio-tiempo cotidiano restringido, adaptado a él por las barreras del propio espectáculo.
Sin estar obligado, separa de sí mismo trabajo y ocio, proclamando un hipócrita desprecio por los "empollones" y los "animales de competición". Aprueba todas las separaciones y, a continuación va a gemir en los diversos "círculos" religiosos, deportivos, políticos o sindicales, sobre la incomunicación. Es tan estúpido y desgraciado que incluso llega a confiarse espontáneamente y en masa al control parapolicial de psiquiatras y psicólogos, colocados donde están por la vanguardia de la opresión moderna, y por consiguiente felicitados por sus "representantes" que, naturalmente, ven en esos "Bureaux d'Aide Psychologique Universitaire" (BAPU) (Centros de ayuda psicológica universitaria), una conquista indispensable y merecida (9).
Pero la miseria real de la vida cotidiana estudiantil, encuentra su compensación inmediata, fantástica, en su principal opio: la mercancía cultural. En el espectáculo cultural, el estudiante encuentra de forma natural su lugar de discípulo respetuoso. Cercano a su lugar de producción sin nunca tener acceso a él -el Santuario le está prohibido- el estudiante descubre la "cultura moderna" como espectador-admirador. En una época en que el arte está muerto, el estudiante continúa asistiendo con fiel asiduidad a los teatros y cine-clubs, y sigue siendo el más ávido consumidor de su cadáver congelado y distribuido bajo celofán en los supermercados, por los guardianes de la abundancia. Participa sin reserva, sin segundas intenciones y sin alejamiento. Es su elemento natural. Si las "casas de cultura" no existieran, el estudiante las habría inventado. Este verifica perfectamente los análisis más banales de la sociología americana del marketing: consumo ostentatorio, establecimiento de una diferenciación publicitaria entre productos idénticos en la nulidad (Pérec o Robbe-Grillet; Godard o Lelouch).
Desde que los "dioses" que producen u organizan su espectáculo cultural se encarnan en escena, él es su principal público, su fiel soñador. De este modo, asiste en masa a sus demostraciones más obscenas; qué otro que no sea él llenaría las salas cuando, por ejemplo, los curas de las diferentes iglesias exponen públicamente sus diálogos sin límites (semanas del pensamiento llamado marxista, reuniones de intelectuales católicos) o cuando las ruinas de la literatura vienen a constatar su impotencia.
Incapaz de pasiones reales, disfruta con polémicas desapasionadas entre las "vedettes" de la Inteligencia, sobre falsos problemas cuya función es enmascarar los verdaderos: Althusser - Garaudy Sartre - Barthes - Picard - Lefebvre - Lévi-Strauss - Halliday - Chatelet - Antoine. Humanismo - Existencialismo - Estructuralismo - Cientifismo - Nuevo Criticismo - Dialéctico-naturalismo - Cibernetismo - Planetismo - Meta-filosofismo.


Notas:

4. Pero sin la conciencia revolucionaria; el obrero no tenía la ilusión de la promoción.
5. No nos referimos al de la Escuela Normal Superior o al de los sorbonistas, sino al de los enciclopedistas o al de Hegel.
6. No atreviéndose a alienarse con el liberalismo filisteo, se inventan referencias a las inmunes universidades de la edad media, época de la "democracia de la no-libertad".
7. Cf. Internationale Situationniste, n.º 9. Correspondance avec un cybernéticien, y el opúsculo situacionista La tortue dans la vitrina, contra el neo-profesor A. Moles.
8. Ver La lucha sexual de los jóvenes y La función del orgasmo.
9. Con el resto de la población es necesario emplear la camisa de fuerza para hacerlo comparecer ante el psiquiatra en su acogedora fortaleza. Con el estudiante, es suficiente con hacerle saber que han sido abiertas avanzadas de control en el ghetto: se precipita al lugar donde se distribuyen números de visita".